Que haga lo que quiera. Tiene el derecho. Y da la casualidad de que si hay alguien que nunca se lo quitó, ese alguien soy yo. Quizá debería de haber sido más controladora, posesiva, mentirosa. Más como él. Más como el resto. Pero no lo fui. Y dile que me alegro enormemente.
Dile que tiene el derecho y la obligación de rehacer su vida. Con ella. O con otra. O solo también.
Como quiera o pueda.
Que no hace falta que venga a pedir más 'lo siento' en vano.
Pero dile también, que poco a poco me estoy haciendo más fuerte. Dile que tengo el derecho de que así sea. Cada vez más indestructible. Menos indefensa. Dile que no se sorprenda si empiezo a buscar una nueva sonrisa. Un nuevo mañana. Confiésale que no comparto ya más piso con su ausencia, porque al final las cuentas solo me toca pagarlas a mí. Y que no invito a salir a la espera de que algún día él vuelva. Son solo falsas promesas.
Dile que gracias por ser ese algo que me hizo conocerme mejor. Saber lo que quiero y lo que no quiero en mi vida. Gracias por ser el cambio. El 'hasta aquí'.
Dile que no quiero saber nada más de él. Y que se vaya lentamente. Sin hacer más ruido. Sin hacer tanto daño. Porque no quiero que se sigan enterando los vecinos. Ni los dragones escupefuego.
Y que no tenga la cobardía de llamarme al móvil cuando vea que he rehecho mi vida.
Dile que tome aire. Que respire hondo. Y que se apunte a Yoga, si quiere.
Pero que cuando encuentre otra mirada. Que no intente regresar porque entonces se de cuenta de que me está perdiendo lentamente con su orgullo. Me llevas perdiendo desde hace tanto.
Creo incluso, que hasta ya me has perdido.
Hay un cariño que se guarda a las personas que marcaron tu vida. Es un imán.
No lo sigas.
Falsa atracción.
No fuiste nunca el que yo quería. Solo una idea vaga de lo que merezco.
Y sin embargo, tu río de emociones siempre desembocó en mi mar de anhelos.
Tus heridas se sanaron con la ilusión de mis ojos.
Y sin embargo, siempre fuimos unos desconocidos.
Me has dejado de gustar.
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