lunes, 25 de junio de 2012

Todos mis sueños están inacabados.

Nadie vuelve a este lugar sin ningún motivo.
Somos todos costillas de la misma casta. Soñadores natos. Terribles conquistadores de lo prohibido y de lo impensable. Vivimos en el mundo de lo finito, arrollándonos continuamente a lo supremo. En nuestras cabezas no solo vuela lo manejable, sino la idea más insoportable también anida en nuestros universos de emociones.
No te podría imaginar si no creyera en lo imposible. Y no podrías seguir existiendo si no existiera lo imposible.
Se derramó una gota de tu olor en mis recuerdos y como si fuera gasolina, prendiste fuego a mi universo.
Tampoco nadie viene aquí sin algún remordimiento.
Se extiende ante nosotros la gran autopista llamada vida, que a veces nos cobra su peaje. Y como copiloto tenemos nuestra mente viajando en terreno pasado. Que mira por la ventanilla trasera en vez de circular hacia delante.
De vez en cuando reconozco que me choco con tus recuerdos. Me pongo a hablar con tus ideas, aunque tú estés demasiado lejos para escuchar. No hay manera más salvaje de ansiar ser humano.
El que la gente no comprenda mis actos, no significa que no estén justificados.
Aún quiero volar por tu mundo y despertarme a tu lado.


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