miércoles, 29 de febrero de 2012

El último que apague la luz.

Menos. Menos que mucho.
Algo considerado la minoría. Esa parte que escuece. Ese número que divide.
-¿Has visto la mala suerte que tenemos los que estamos siempre en la minoría?... Tenemos todas las consecuencias negativas aseguradas...- le dije con voz cansada y apegada a un cierto tono sarcástico.
-No es que tengas malas consecuencias, peores que las del resto. Simplemente... Eres la minoría.- Me respondió él. Él, que resultaba estar tan jodido como yo, porque también estaba pringado en el grupo de 'los perdedores'.
Es cierto.
Hay resultados buenos, malos... Y luego se debería de considerar aparte lo de pertenecer a la minoría. A esa pequeña voz que demuestra la resentida frase de: este mundo a veces oye más el grito que la verdad.
¿Cómo sé que eso es cierto?
Porque si grito unas tres veces una mentira, la escucharán todos y para ellos será verdad. Si digo una verdad incómoda, nadie le hará hueco en el tacaño sofá de 'los que se mueven no salen en la foto' ni se van de fiesta con los 'chupiguays' a Wonderdragonesescupefuego.
El mundo funciona, pero se nota mucho (y me parafrasearé con todos los que alguna vez afirmaron lo que a continuación escribo) que se hizo en siete días.
Quedan márgenes bordados de vacío, y como el vacío es vacío porque si no lo hubiera, no existiría y por tanto ninguna necesidad habría de nombrarlo... No puede ser ocupado por otra cosa. Al igual que la verdad, o es cierta o entonces hablamos de mentira.
Soy de la minoría que cree que no puede haber medias tintas... En medio de un mundo titulado 'Todo Vale'.
O lo haces, o no lo haces. Pero no lo intentes.
La democracia no es más que hacer caso lo que dice la 'supuesta mayoría'.
La vida es el mejor invento, llamado 'Sálvese quién pueda'.
Soy una verdad coartada. Esperando a que el semáforo se ponga en verde.

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