lunes, 2 de enero de 2012

Como si fuera fácil.

Un corazón abatido que no buscaba nada más que una respuesta, y ahora se encontraba con la necesidad de responder millones de preguntas. La vida tiene que ser algo más, se decía. Haber llegado hasta aquí solamente para ver el mismo amanecer...
No vio ningún mensaje suyo, ni una llamada tan siquiera. Y pensó: no me sigas por obligación. Si no quieres estar ahí para todos los momentos, entonces mejor no estés. Al fin y al cabo nunca estuviste ahí como mi ángel de la guarda así que ahora que todo está hecho un caos, no tienes la menor necesidad.
Pero paró un momento. Volvió a pensar. No sé si tienes la necesidad de hablarme, de marcar en tu calendario ciertos días relevantes y otros no. Yo creo que en cierta parte sí, porque algo dentro de ti te dice que lo hiciste mal. Que mentiste demasiado, y que además se te notó bastante. Por eso ahora tienes la necesidad de hacer de tío en quién se puede confiar, que tiene una relación seria y cuyo pasado se ha establecido. Pero no es así. Aunque, ¿qué quieres que te diga? Es tu vida.
Yo tendría ganas inmensas de que un día de estos desaparecieras del todo. Porque sé que mientras sigas vivo en mi presente, nunca lograré ordenar mi pasado, y entonces todo seguirá alborotado, destruyéndose, abriéndose nuevas heridas.
Y entonces se le volvió a venir a la mente la idea de lo fácil y maravillosa que hubiese sido su vida, si nunca, le hubiera conocido. Encuentro innecesario, torpe, destructivo, nocivo y lo más difícil de asumir: ¿Por qué?
Quizá si nunca le hubiera conocido, sería más cobarde, menos autónoma, no habría derramado lágrimas que me hubiesen hecho aprender ciertas cosas... Pero quizá, todo estaría bien así. Y yo, podría ser feliz.
Tú, partícula inquieta. Que pretende fingir que todo está bien.

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